Es
cuando se colman mis intenciones, enfurecidas por el trigo mediocre de mi
suerte; una baldosa que golpea contra el frio concreto es absolutamente
comprable con dos cristales derramando un género de la mas bella y amarga hiel
que mis pulmones hallan respirado. Tuve la oportunidad de conservar tu vuelo,
protegiéndote de mis emociones decidí abandonarte en la más esmerada despedida,
entre juegos de polvo y estrellas blancas, abandone así la última vigilia que
no me ibas a permitir. Tengo la sensación de que estos sentimientos no deberían
ser vigilados pero estos no se saben controlar y pueden destruir relaciones o
lograr fines que las trabas conscientes nunca se permitirían.
Triste la diatriba pero no concibo esta pasión: ¿El amor
lastima? Tal vez no, tal vez el amor sea solo la pantalla que necesita la
muerte, tal vez el amor no tenga intenciones de matar a nadie mas que así
mismo, tal vez el amor sea solo una unión invisible que literaliza la
existencia de la nada, tal vez el amor sea.
Es que la subjetividad que producen las costas lejanas a mi, me obligan a ser feliz y sin intenciones de oponerme voy caminando
cansino entre abedules y acacias gigantes que no ofrecen sombra a otros que no
sean los intrépidos que se atreven a seguir viviendo según sucesos que
tergiversan la realidad de nosotros, los otros. No se utilizarían otras razones
mas que la alegría y el perfume del sol para lograr un suave rocío bajo el cual
refugiarme y encontrar mi cabeza terminada por una ola de la espuma dorada que
ilumina esta flor que solo da color cuando no florece.
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